Claudia no cuida la piñata

Salvador Camarena.

El problema es que Morena actúa como si México fuera una piñata; su piñata, con todo y los siete picos que representan los pecados capitales, según la tradición

Ante un revés, no existe el gobierno al que guste dar explicaciones y menos aceptar errores o culpa. La cuestión con Morena es que tiende siempre, más que a evasivas, a la victimización. Como pasa con la determinación de Estados Unidos de castigar a la aviación mexicana.

Washington dio el martes una cucharada más del trato que dispensa al gobierno de Claudia Sheinbaum. Tras liberarle algo de presión al ampliar el plazo de la unilateral política arancelaria, de manera intempestiva da un coscorrón cancelando rutas aéreas.

Tras conocerse la noticia, la presidenta Sheinbaum reveló ayer gestiones realizadas la víspera con sus colaboradores para generar el argumento con el que México intentará evitar la medida.

Los especialistas en aviación, transporte, turismo o economía han desgranado posibles repercusiones, dado que también quedaría suspendida la modalidad de carga en vuelos de pasajeros. Ante ello, lo más sonoro de la presidenta fue un “México no es piñata de nadie”.

El problema es que Morena actúa como si México fuera una piñata; su piñata, con todo y los siete picos que representan los pecados capitales, según la tradición. Y si ahora desde EU nos agarran a palos es porque este gobierno nos puso en la cuerda.

Una narrativa soberanista no alcanza para ocultar dos hechos. Al obradorismo no le gustan los convenios internacionales, y tampoco negociar a nivel local. Al régimen le encantaría ser una isla. De hecho, en eso andamos: el gobierno desdeña foros, acuerdos y obligaciones.

Donald Trump y su mercurial forma de proceder, con socios o no socios, es una cosa. México tomando medidas igual de atrabancadas desde 2018 es lo mismo, salvo que la presidencia de allá sabe de su poderío, mientras que la de acá pues no, y no se deja ayudar.

Nadie quiere darle la razón a Washington, salvo el expresidente y la presidenta que le dieron y dan pretextos para sanciones como si la idea de soberanía, en este caso al consentir por capricho al AIFA, alcanzara para paliar las consecuencias de los arrebatos morenistas.

Cuando en el sexenio anterior, la presidencia tomó la decisión de forzar operaciones de carga y de pasajeros en el aeropuerto Felipe Ángeles, no sólo trastocaron intereses de otros países, sino mexicanos también. Y tan no les importó que la sorpresa fue pareja.

Ahora que llega un revire foráneo, la presidencia, de nueva cuenta, se asume como único factor de posible solución.

En otras palabras, el gobierno incurre en su práctica favorita: negación, ensimismamiento y patriotismo, recursos que constituyen su particular forma de victimizarse. No escuchan razones, ni sugerencias, como lo subrayaron ayer pilotos a través de un comunicado de ASPA.

La presidenta tuvo un largo año para, ante eventuales turbulencias de una Casa Blanca Trump 2.0, preparar correcciones, establecer nuevos acuerdos con empresas e intereses nacionales y extranjeros, y matizar el estilo donde el gobierno todo lo decide, y luego todo lo niega.

La torre de control de esta administración asemeja a una de marfil. Inescalable para todos aquellos que no son de Morena, en primer lugar, y del círculo cercano, en segundo.

Así, cada que surge una medida como la del martes, todos a encogerse de hombros pues ni quién atine qué hace, o qué no hace, la presidenta y su equipo.

Si antes en Palacio hubieran escuchado, si ahora en Palacio escucharan…

Peculiaridad del actual presidencialismo. Tan poderoso como antaño, tan aislado como nunca. Sí, hoy Morena maneja la piñata, el tema es su patriótica manía de exponerla a los palazos mientras adentro todos los demás sufrimos las sacudidas como tejocote en posada.

El Financiero

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