El lumpenismo: nueva amenaza a derrotar en las playas de Mazatlán

Jesús Albino Ramón Ramos.

Pocas actividades de la Administración Pública llaman ahora mi atención a excepción de las que implican un componente de trascendencia vital, de vocación humanista o de respeto por el planeta en que vivimos.

Por eso admiro tanto lo que la Operadora y Administradora de Playas de Mazatlan en su nueva época con Ángel García Contreras al frente, está logrando: eficacia en la tarea que por ley tiene asignada y un saldo de beneficio generacional y colectivo que rebasa con mucho lo encomendado.

Sin duda, la estrella de su esfuerzo estriba en los 16 kilómetros de playas que son limpiadas todos los días por denodados colaboradores que en dos turnos y desde muy temprano recogen cientos de minúsculos e insidiosos residuos que las contaminan. Deje usted una «bachicha» de cigarro en una botella de medio litro con agua y observe el horrendo color ocre que a la semana adquiere esa agua, con el destilado tóxico de esa colilla, la cual puede echar a perder hasta 20 litros de agua potable. Pues la OAP a diario y en las diversas jornadas extraordinarias en las que se coordina el esfuerzo de instituciones y voluntarios, garantizan que no se acumulen en la arena cientos de kilos de basura que, sorprendentemente nos dejan los visitantes que disfrutan lo hermoso de sus playas.

Los admiro por la basura que recogen y por las tortugas que protegen. En lo que va de este ciclo de anidamiento se han liberado 219 tortuguitas recién salidas de su cascarón. No sé si sean pocas respecto de años anteriores o si sean muchas, pero mi ignorancia no me impide sentirme maravillado por el milagro de la vida y la aritmética biológica que me hace pensar que si de esa cantidad, la mitad son hembras y a su vez, sobrevive otra mitad que alcanza la edad reproductiva, está garantizado el desove futuro de 50 mamás tortuga que sobrevivirán al Armagedón y vendrán a la misma playa en que nacieron a hacer sus nidos, los próximos cien o doscientos años. A eso le llamo trascendencia generacional.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. La OAP tiene desafíos propios del desarrollismo urbano y la reciente conectividad del puerto.

La playa se encuentra en una delimitación jurídica llamada Zona Federal Marítimo Terrestre, (Zofemat), medida a partir de la rompiente de ola en la marea alta. Todas las playas tienen una duna. La legislación impide que se construya antes de esa duna. En Mazatlán no sólo no hemos respetado esa duna, además se tiene conocimiento de 44 puntos en los que particulares han construido dentro de la playa. La erosión que ya se verifica en esos puntos nos indica del daño que la ambición mezclada con la ignorancia pueden ocasionar al planeta. La noción de que las playas son zona federal ha producido una suerte de agandalle paulatino de zonas de playa en usufructo de particulares que además de obtener ganancias con la prestación de servicios no regulados, en muchos casos generan verdaderos focos de contaminación y acumulación de basura.

Ángel García es enfático al señalar que nada impide hacer valer el principio de autoridad en la Zofemat. Es más, la ley obliga al municipio a la coadyuvancia. Es triste ver al gremio de pescadores de la otrora pintoresca Playa Norte, atrincherarse en la inconciencia y convertir esa playa en depósito de bidones de gasolina, reparación de motores marinos y zona de decadencia humana.

Fue justamente Karl Marx quien acuñó el término LUMPEN para describir a esa porción del proletariado (delincuentes, vagabundos, sexoservidoras y menesterosos) sin conciencia de su condición de oprimidos y que conducen todos sus actos con un afán vengativo, rapaz y de lucro. Paradójicamente, esa posición frente a la vida no hace sino fortalecer a los poderosos que los han sumido en la marginalidad social en que habitan.

En toda la zona de playa ya puede uno encontrarse a individuos que se han instalado para vivir en algún recoveco del muro de concreto bajo el malecón, que reivindican una fascinación por la narco cultura, lo antisocial y lo decadente. Acumulan basura. Defecan en la playa. Son violentos: se conoce de un incidente en que uno de esos «moradores» playeros golpeó con ferocidad a un colaborador de la OAP, simplemente porque se acercó a juntar la basura del sitio que el lumpen reivindicaba como suyo.

En la OAP ya saben que Mazatlán debe aprobar un Reglamento de Playa que dé presupuesto legal para combatir el LUMPENISMO, proletario de los vagabundos y LUMPENISMO burgués de los adinerados que sin conciencia ni amor por el planeta, siguen sacando ganancias a orillas del mar, amparados en su poderío económico expoliador.

Creo en el equipo humano encabezado por un hombre preparado como lo es Ángel García Contreras. Mazatlán se lo merece.

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