María, Juana, Lupita… nombres que se pierden entre miles de historias iguales y distintas en México. Mujeres que han visto cómo sus familias se desvanecen en la sombra de la desaparición forzada, y que, lejos de rendirse al miedo, decidieron tomar en sus manos la búsqueda de sus seres queridos. Madres que ya no tienen dónde dejar el llanto, esposas que se enfrentan al silencio impuesto, hermanas e hijas que desafían la amenaza constante del crimen organizado y la indiferencia de las autoridades.
Buscar a un desaparecido en México es adentrarse en un territorio peligroso, un camino sembrado de obstáculos y violencias que parecen diseñados para silenciar a quienes exigen verdad y justicia. Este es el desgarrador retrato que Amnistía Internacional México plasmó en su más reciente informe, “Desaparecer otra vez”, entregado al Subsecretario de Derechos Humanos, Arturo Medina.
MUJERES BUSCADORAS: LÍDERES DE UNA LUCHA DE VIDA O MUERTE
El país registra más de 128 mil personas desaparecidas, pero detrás de esas cifras hay rostros, nombres y familias destrozadas. Son estas mujeres, organizadas en colectivas y redes solidarias, quienes encabezan la búsqueda ante la ausencia de respuestas oficiales. Sin embargo, esta tarea, que debería ser protegida y apoyada, se ha convertido en una condena.
De 2011 a 2025, al menos 30 familiares de desaparecidos, 16 de ellos mujeres, han sido asesinados por su lucha. Historias de violencia extrema, recogidas en más de 600 testimonios, revelan amenazas constantes, ataques directos, extorsión, tortura, secuestro y desplazamiento forzado. Un infierno que viven día a día, con la carga adicional de la desconfianza hacia las autoridades, temor a la revictimización y el miedo a que quienes deberían protegerlas tengan vínculos con el crimen organizado.
EL ALTO COSTO DE LA BÚSQUEDA: FÍSICO, EMOCIONAL Y ECONÓMICO
Buscar a un ser querido desaparecido no es solo una lucha contra el tiempo y la impunidad, es también un desgaste brutal. El informe detalla que muchas buscadoras sufren depresión, ansiedad, insomnio y otros problemas de salud derivados del estrés constante.
Además, enfrentan un costo económico devastador: gastos propios en viajes, operativos y suministros, que a menudo terminan en la pérdida de empleo, vivienda o ingresos. Muchas mujeres pierden no solo a sus familiares, sino también la estabilidad que les permitía sobrevivir.
UNA CRISIS HUMANITARIA Y SOCIAL QUE REQUIERE RESPUESTA INMEDIATA
La falta de atención y respuesta institucional no solo prolonga el sufrimiento de las buscadoras, sino que también vulnera a sus familias y comunidades, creando un círculo vicioso de violencia y miedo. La revictimización, la indiferencia y la impunidad se combinan para agravar una crisis que exige una intervención urgente y sensible.
Amnistía Internacional hace un llamado urgente a las autoridades mexicanas para que implementen medidas efectivas y una protección integral para estas mujeres, para que se garantice su seguridad y se acabe la cadena de impunidad.
LA VOZ DE LAS MUJERES QUE NO SE RINDEN
En cada testimonio del informe resuena la fuerza y la dignidad de mujeres que se niegan a desaparecer en el olvido. María, Juana, Lupita y tantas otras no solo buscan a sus desaparecidos, sino que también luchan por un país que reconozca su dolor y les brinde justicia.
En México, la búsqueda de un desaparecido no es solo una travesía personal, es una batalla colectiva contra la violencia, la corrupción y la impunidad. La valentía de estas mujeres es un llamado a la conciencia nacional para actuar antes de que desaparezcan más vidas y esperanzas.
La Nota De México