Héctor Avilés Ochoa.
El tema es del dominio publico. La renuncia del Ing. Jesús Manuel Jiménez Gil como funcionario municipal de Mocorito llama a la reflexión
El Ingeniero Jiménez Gil, a quien aprecio personalmente, ha tenido una importante trayectoria profesional y política. Fue director de la Escuela Superior de Agricultura en la UAS; funcionario de primer nivel en el área agrícola en el gobierno del Estado de México, en el sexenio del Profesor Carlos Hank González. En su natal Mocorito, estuvo como jefe de la SARH y desde ahí empleo a jóvenes agrónomos de la localidad. Dentro del PRI, junto a otros ciudadanos mocoritenses, enfrentaron decisiones del gobernador Antonio Toledo Corro relacionadas con la designación de candidaturas a cargos de elección. Después fue director del CONALEP, tesorero municipal, entre otros cargos públicos. Vale referir que mantuvo una estrecha amistad con el Doctor José Ley Domínguez, quien militó en el Partido Comunista Mexicano y fue un destacado promotor cultural.
Recordamos como el Maestro Enrique Parra Melesio y el Ingeniero Jimenez Gil lucharon muchos años juntos, desde las filas del PRD y durante la ultima década en MORENA. Desde las primeras horas se sumaron al movimiento de AMLO y a la candidatura del Doctor Rubén Rocha Moya, en los comicios para gobernador del 2021. En los años recientes, ambos realizaron una crítica permanente a los gobiernos del PAS en Mocorito, los cuales, mantuvieron los intereses de familia como sello de identidad.
La carta pública de renuncia del Ingeniero Jiménez Gil plantea una fuerte denuncia sobre la gestión de gobierno del actual presidente municipal de Mocorito, el maestro Enrique Parra Melesio, a quien le guardamos respeto, reconocimiento y gratitud.
Me parece que mas allá de esta ruptura política, de las porras, vacíos o descalificaciones que toman partido, lo cierto es que Mocorito enfrenta una realidad complicada.
Los hechos de violencia que se presentaron a principios del pasado mes de mayo han afectado mucho al turismo y al comercio local. Las finanzas públicas se han deteriorado por la reducción de los ingresos, por el concepto de participaciones federales. Se informó de una deuda pública heredada por 47 millones de pesos pero ya no se ofreció mayor detalle. Durante los primeros meses de la actual administración municipal se ha recortado personal y el pago de cada quincena es incierto. La importante Sindicatura de Pericos, al igual que todas, merecen y demandan una mejor atención. La inversión en obra pública ha sido muy limitada.
A muchos nos parece que se requiere fortalecer la agenda de trabajo de la presidencia municipal y profesionalizar más a su gabinete. También se necesita reestructurar el trabajo colegiado del Cabildo, presupuestalmente costoso, y que cuenta con regidores capaces y experimentados, pero que está dominado por las inercias burocráticas y una escasa productividad social.
Por el bien de la vida pública de Mocorito, para oxigenar y darle una mayor transparencia al quehacer municipal, deberían aclararse los delicados señalamientos hechos públicos por el Ingeniero Jiménez Gil. El vacío y la indiferencia son respuestas, pero no son las mejores.
Este grupo político que había sido compacto, ahora en el poder se resquebraja. Así, el primer gobierno de MORENA en Mocorito no genera las mejores señales. Resulta evidente que aun tiene por delante un amplio margen para mejorar.
A través de las redes sociales encontramos reconocidas voces ciudadanas que frecuentemente señalan la insuficiencia de resultados y plantean justas demandas. La autoridad municipal debería mostrar una mayor apertura, escucharlas y atenderlas.
Si algo ha caracterizado a Mocorito es el vasto talento, la nobleza e inteligencia de su gente.
Por eso considero que mas allá del acotado horizonte de un trienio; de los gobiernos municipales que van y vienen; de los gobiernos locales que inician y concluyen; el municipio entero debería aprovechar todas las capacidades y experiencia de sus jóvenes y mujeres; de sus comerciantes, empresarios, sindicatos y productores del campo; de sus maestros y empleados públicos jubilados; a nuestros paisanos radicados en Estados Unidos; de sus artistas y promotores culturales; a sus brillantes profesionistas, universitarios, académicos y servidores públicos; para repensar el presente y futuro de nuestras comunidades.
Lo podríamos hacer, más unidos, sumando fuerzas y voluntades para construir un mejor presente y un mejor futuro; con la obstinada esperanza de construir nuestro Mocorito soñado, deseable y posible.