No fue Rubén Rocha el autor intelectual….

Álvaro Aragón Ayala.

Ya hay una conclusión irreversible: no fue el gobernador Rubén Rocha Moya el autor intelectual del asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, fundador del Partido Sinaloense y ex Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Si bien es cierto que durante las investigaciones se abrió una hipótesis sobre la vertiente política del crimen, no fue el mandatario estatal el cerebro del homicidio.

En exacto: el desenlace de la indagatoria policial y judicial no encaja en la narrativa “popular” construida para endilgar al gobernador la autoría del asesinato con la intención de hacerlo caer, que pida licencia al cargo o sea desaforado. Cierto: la coyuntura en que fue perpetrado el homicidio dio margen a la emisión de diversas relatorías, pero la única verdad es que el conspirador se pudiera mover entre los Poderes Fácticos o en las esferas políticas con planes rumbo al 2027.

“No fue ni es el gobernador” el responsable, es el colofón de las pesquisas de la Fiscalía General de la República y del Centro Nacional de Inteligencia y de otros órganos de investigación política, en cuyas indagatorias surge el rostro y nombre de un personaje al que Cuén Ojeda calificaba como el «operador» y controlador de instancias de Poder en pleno ejercicio de un ambicioso proyecto futurista.

La ex Fiscal Sara Bruna Quiñónez Estrada sigue siendo la clave para precisar el nombre del autor intelectual, pero no fue Rubén Rocha porque Cuén Ojeda no representaba ningún obstáculo para sus proyectos. Él ya es gobernador y no planea reelegirse. Tampoco el crimen se perpetró para despejar el camino para la toma del control de la UAS. La reciente elección de Rector es la prueba.

La investigación continúa. Existe una carpeta de investigación en la Fiscalía General de la República “paralizada” por falta de Jueces Federales que acepten recibirla, en la negativa de liberar las órdenes de aprehensión para vincular a proceso a los funcionarios de la Fiscalía de Justicia de Sinaloa que participaron y avalaron el montaje del asesinato de Cuén Ojeda, recreando un falso asalto y robo fallido de su camioneta en una gasolinera. 

El gobernador no es el responsable, pero desafortunadamente el crimen ocurrió cuando Héctor Melesio Cuén Ojeda, en sus redes digitales acusaba al gobierno de cualquier agresión que le llegara a ocurrir a él y a su familia, circunstancia o el “ambiente perfecto” que habría de ser aprovechado por el autor intelectual para dar la orden de eliminarlo, sabiendo que el principal sospechoso sería precisamente Rubén Rocha.

Aunque parezca que la no detención de Sara Bruna Quiñónez -que no pertenece al equipo del gobernador-, favorece al mandatario estatal, su no captura lo perjudica porque obstaculiza el armado de la tenebra criminal que permitiría saber a ciencia cierta quien le ordenó fabricar el montaje judicial y periodístico para intentar hacer aparecer el asesinato como producto de un fallido hurto de su vehículo.

La Fiscal Sara Bruna, por tanto, es la clave del entramado criminal. También lo sería su brazo derecho, Dámaso Castro Saavedra, todavía alto funcionario de la Fiscalía General de Justicia de Sinaloa. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo está segura de la inocencia del mandatario estatal por eso lo sostiene en su posición de gobernador, pero no mete las manos a la lumbre por otros personajes.

En conclusión: Rubén Rocha no tenía porque mandar matar a Cuén Ojeda ya que no busca ser gobernador, ya lo es, sin embargo, el asesinato ocurrió en el desborde de las ambiciones por la heredad del Poder Estatal, en un “clima perfecto” para acusarlo. Se aprovechó la oportunidad, con la experiencia, ya probada, de la fabricación de un montajes en la Fiscalía, que sirve ahora como la pista más concreta para identificar al autor intelectual del asesinato.

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