Astérix y Cuauhtémoc

Pascal Beltrán del Río.

El viernes pasado ocurrió en el Zócalo capitalino un extraño homenaje a Cuauhtémoc, último tlatoani mexica, quien murió ejecutado a manos del conquistador Hernán Cortés, cuando éste realizaba un viaje hacia Honduras.

La sevicia con la que ocurrió dicho acto no está a discusión, pues así ha sido reconocido por los propios castellanos que lo atestiguaron y escribieron al respecto. Sin embargo, el gobierno mexicano sintió la necesidad de realizar una ceremonia de desagravio, medio milenio después, que incluyó honores de jefe de Estado y música de ópera, y en cuyo marco se insistió en que España debe disculparse con México por la Conquista, a pesar de que desde 1836 ambos países –que no existían como tales en el siglo XVI– acordaron dar vuelta a la página de la Colonia.

Ese mismo día, en la red social X, el caricaturista Paco Calderón recordaba que Vercingétorix, el héroe de la resistencia gala contra la ocupación romana, murió a manos de Julio César, pero que él no registraba que Francia hubiese exigido una disculpa a Italia por aquella ocupación. El paralelismo es interesante, pues luego de capitular en Alesia, Vercingétorix fue conducido a Roma, encarcelado en el Tuliano y ahorcado cuando Julio César logró la conquista de Galia.

En aquellos momentos de la historia, el naciente Imperio Romano era la mayor potencia económica y militar del mundo. Y así como lo haría casi 16 siglos después el Reino de Castilla y Aragón –que no España, nombre que aparecería más tarde–, Roma expandió sus dominios por la fuerza, convirtiendo lo que hoy es Francia, igual que el territorio de muchos otros actuales países europeos, en una de sus provincias.

Sin embargo, los franceses han tenido una manera distinta de aproximarse a aquellos hechos que la que hemos tenido en México respecto de la Conquista, pues, como país, nomás no hemos podido salir de nuestro papel de víctimas, a pesar de que por nuestras venas corren tanto la sangre de los vencidos como la de los vencedores.

En muchos casos, la primera manera en que los franceses aprenden sobre la conquista romana de Galia es mediante una tira cómica: Astérix y Obélix. Ésta nació a finales de la década de 1950, cuando el mundo de la historieta buscaba innovar y romper con los esquemas tradicionales. La idea surgió de la colaboración entre el guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo, dos creadores que compartían la pasión por contar historias cargadas de humor y crítica social.

La sociedad francesa se encontraba en plena reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, lo que propició un renovado interés en las raíces y en la identidad nacional. Goscinny y Uderzo decidieron ambientar su obra en la antigua Galia, un territorio lleno de leyendas y tradiciones, para plasmar la resistencia y el espíritu indomable de un pueblo frente a la opresión romana. Con esta premisa, se gestó la figura de Astérix –un galo pequeño, pero astuto y valiente–, cuyo ingenio y humor se convertirían en el sello distintivo de la serie.

En lugar de contar la historia de la opresión romana, inventaron un pequeño poblado galo al que los invasores jamás pudieron someter, porque contaban con una poción mágica que daba a sus habitantes una superfuerza a la hora del combate.

La genialidad de la serie radica en su capacidad para entrelazar elementos históricos reales con situaciones caricaturescas, logrando que la Galia se convirtiera en un símbolo de resistencia y orgullo. Así, lo que comenzó como una idea de dos creativos se transformó en una franquicia internacional que ha dejado ganancias por unos 4 mil millones de dólares.

Más de medio siglo después de que dejó de publicarse, la historieta sigue siendo emblema del ingenio y la identidad francesa, y testimonio de la importancia de la creatividad para preservar la cultura y la memoria histórica.

BUSCAPIÉS

Llegó el 4 de marzo, límite de la tregua que otorgó Donald Trump, y todo indica que el esfuerzo que ha puesto México para satisfacerlo no será suficiente para evitar los aranceles o, en el mejor de los casos, pedirá nuevas pruebas de sometimiento a su voluntad, prolongando así la incertidumbre.

Excelsior

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