Alvaro Aragón Ayala.
La furiosa violencia desencadenada en Culiacán, con una extensión “moderada” que apunta hacia Mazatlán, genera dosis para medir una potencial polarización social, no generalizada todavía, en la que a voz en cuello un segmento de la población agraviada o en estado de psicosis, demanda la salida-licencia-renuncia del gobernador Rubén Rocha Moya, y otro apuesta o quiere que se quede y que cumpla con su mandato. Otros más, que son mayoría, tanto de los municipios del norte, del centro norte y del sur, permanecen como espectadores inerciales del entramado conflictivo que provoca muertos, desaparecidos, robos de vehículos y otros delitos graves.
¿Cuál es el camino para implementar la paz en Culiacán y evitar que la violencia implosione o irrumpa con más fuerza en Mazatlán? Paz real, no pax narca, que conste. En el debate sobresalen varios actores: el gobierno del Estado que mantiene el control político. Morena bajo la batuta del gobernador. Los medios de comunicación y periodistas que expresan opiniones encontradas, el sector social-comercial-empresarial agraviado de Culiacán y la oposición política, PRI, PAN y otros partidos. La sociedad civil no articula con los partidos políticos de oposición.
En el artículo/análisis para los iniciados, para efectos de la decodificación o lectura entre línea, “Sinaloa, ‘caldo de cultivo’ de las manifestaciones. Claudia sostiene a Rubén Rocha”, de mi autoría, publicado en Voces Nacionales y en otras plataformas digitales el 27 de enero del 2025, ofrecí datos importantes para el análisis del análisis y para el surgimiento de nuevos diagnósticos periodísticos sobre el tema de la violencia y las coyunturas que genera, y el deslizamiento de expresiones que indican que Claudia Sheinbaum no correrá a Rubén Rocha por el peso político y social de las manifestaciones, pues sería tanto como alentar las destituciones de los gobernadores de Tabasco, Guanajuato, Michoacán, Guerrero, Chiapas y Tamaulipas, donde también hay protestas por la violencia.
¿Qué precisé en el análisis “Sinaloa, ‘caldo de cultivo’ de las manifestaciones…”?
1.- Que la crisis de seguridad de Culiacán y otros municipios funciona como una “onda expansiva emocional”. Que, si al miedo se le suma el terror que ocasiona la virilización digital de los sucesos de violencia y la creencia de que con la salida del gobernador Rubén Rocha Moya cesará la matazón, los levantones y el robo de vehículo y la perpetración de otros delitos, entonces se estaría o está de frente a un escenario perfecto para organizar/fabricar manifestaciones públicas.
2.- Que no existe ningún diagnóstico certero de la iniciativa privada, ni de los politólogos ni sociólogos ni de los especialistas en crimen organizado ni del gobierno federal, que arroje que la licencia o renuncia de Rubén Rocha, en caso de suceder -lo cual es impredecible-, pudiera terminar con la presencia del crimen organizado en Culiacán y en Sinaloa ni con el diferendo sangriento de los dos grupos armados que generan la sicosis colectiva.
3.- Que en Sinaloa no existe una parálisis total, sistematizada, de los sectores productivos -primario, secundario y terciario-. Que la violencia se encapsula en sectores de la capital de Sinaloa y otros cuatro municipios, y escala en Mazatlán, aunque sin provocar la inmovilización del sector turístico y restaurantero y comercial del puerto y las sindicaturas. Que la propaganda periodística nacional pinta a Sinaloa en estado de colapso total.
4.- Que el “caldo de cultivo” o el material indispensable para intentar incendiar Culiacán -no Sinaloa, pues el fenómeno no alcanza para masificar la generación del caos-, son las familias a quienes les han asesinado o “levantado” algún pariente; los propensos “a jalar” a una manifestación son aquellos a los que les han robado vehículos motrices, y a quienes, a causa del miedo y las bajas ventas, han cerrado sus negocios y se han quedado sin empleo. Que lo constituye en sí, el sector de afectados directos o colaterales de la escalada de violencia y los alcanzados por la “onda expansiva emocional”.
6.- Que también hay otros segmentos de la población proclives a la movilización contra el gobierno de Rubén Rocha y se localizan en sectores en los que el quehacer gubernamental de la 4T los mantiene a raya, alejados de los beneficios del Poder y del presupuesto estatal y de los dineros de los ayuntamientos. Que entre esos grupos hay morenistas aplastados o desplazados y grupos visibles del PRI y el PAN y otros partidos. Que en esos estratos de la población se alimenta la idea de que solución estriba en la licencia/dimisión de Rubén Rocha Moya.
7.- Que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, ofreció la lectura de que, cuando menos por las dos manifestaciones (ya van tres) no tiene planes de pedirle la renuncia a Rubén Rocha: “Nosotros, nuestra labor es ayudar como gobierno federal, a proteger a las familias de Sinaloa, ese es nuestro trabajo, nuestra labor, había ahí algunas columnas como si fuera como antes, en donde el presidente decidía a quién ponía, a quién quitaba. Esa no es la labor del gobierno federal, la labor del gobierno federal es apoyar a las familias de todo el país, construyendo la paz”, puntualizó.
En el artículo “El pueblo pone, el pueblo quita, ¡no el que grita!”, Ernesto Hernández Norzagaray”, expresó que ante las movilizaciones se sigue el libreto populista de la polarización, minimizando, descalificando y partidizando: “La falta de puentes entre la protesta social y las instituciones de control lo púnico que están provocando es una crisis de representación, falta de rendición de cuentas, debilitamiento de los contrapesos institucionales y una pobreza discursiva insuperable con aquello de que el pueblo pone”, escribió.
Por su lado, Arturo Santamaría Gómez, en su artículo “Rocha, Sheinbaum y Trump en la crisis de Sinaloa”, expresó que “el narcotráfico tiene raíces tan profundas en Sinaloa y goza de un poder inusitado, sólo comparable al de la Ndrangheta italiana en la historia mundial del crimen, que ningún Gobernador, ningún presidente de México ni de Estados Unidos lo podrían erradicar de raíz. Así que ni una hipotética renuncia del doctor Rocha Moya, ni la petición de ciudadanos sinaloenses de que la doctora Sheinbaum le corte la cabeza al Gobernador de Sinaloa, ni la eventual definición del magnate neoyorkino de que el Cártel de Sinaloa es terrorista, van a borrar de la tierra esa ilegal actividad, brutalmente lucrativa y violenta”.
Opinó que “no hay político alguno, ni líder social o empresarial que en un supuesto relevo de Rubén Rocha Moya pueda enfrentar exitosamente a corto plazo a los actores delictivos en guerra porque el problema va mucho más allá de las competencias o incompetencias de un individuo. La respuesta, por lo pronto, está en las acciones que conjuntamente tomen Claudia Sheinbaum y Donald Trump, donde pudiera haber acuerdos, como de hecho ya lo están haciendo ‘El Mayo’ y ‘El Chapo’, con el Gobierno de Estados Unidos…”.
Existe, pues, en Culiacán, el “caldo de cultivo” para la manifestación y para alimentar la polarización política de la sociedad culichi, sobre la cual pude trabajar la oposición para fortalecerse en medio del conflicto. La polarización refleja y cuantifica hasta qué punto la opinión pública, en la que juega un papel activo medios y periodistas, se divide en dos extremos opuestos. A mayor polarización más difícil resultará generar consensos amplios entre grupos con sensibilidades distintas para buscar la solución a la violencia y para acometer reformas profundas que permitan que la sociedad avance. Una polarización elevada puede dar lugar a posiciones irreconciliables y desencadenar la ingobernabilidad.