Manuel López San Martín.
El gobernador de Sinaloa está más preocupado por su futuro, que por el de su estado. Más ocupado buscando cobijo, que ejerciendo el gobierno que encabeza Rubén Rocha Moya simboliza la incapacidad y el descrédito. Sobre él, penden un montón de dudas y sospechas. Las preguntas lo envuelven.
Desde hace 45 días, su estado vive un baño de sangre. Más de 250 homicidios según la estadística oficial, aunque a estas alturas del partido ya ni siquiera esos datos son confiables. ¿Quién cuenta a los muertos? Porque, por ejemplo, no aparecen en el registro del gabinete de Seguridad las 19 personas muertas en el enfrentamiento entre presuntos civiles armadas y elementos de las Fuerzas Armadas, reportado por la propia Secretaría de la Defensa.
Sinaloa vive la descomposición y el gobernador solo atina a pedirle a los padres de familia que lleven a sus hijos a la escuela y a los comerciantes que abran sus negocios, cuando la sociedad vive con miedo. Pero Rocha prefiere cuidar de sí. Salvar el pellejo. Ayer se placeó en la Cámara de Diputados y el Senado, por ejemplo. Fue a pedir ayuda y a implorar que no lo dejen a su suerte. El gobernador se percibe apestado en la 4T y fue por apapacho. Y se lo dieron. El coordinador de la mayoría en San Lázaro, Ricardo Monreal, lo abrazó y sonriente le mostró su respaldo. Lo mismo hizo el resto del grupo parlamentario de Morena ahí y en la Cámara alta.
“El gobernador nos pidió confiar en él. Y todos le creemos”, declaró el senador Ignacio Mier. ¿Habrá medido sus palabras?
¿Quién en su sano juicio metería las manos por un mandatario señalado de nexos con la delincuencia organizada por la propia delincuencia organizada?
La gente de “El Mayo” Zambada lo señala de estar al servicio de “Los Chapitos”. Rocha está bajo la lupa desde que el propio líder del cártel de Sinaloa aseguró que el día en que fue secuestrado por Joaquín Guzmán López, hijo de “El Chapo” y trasladado contra su voluntad a EU, donde fue detenido, se reuniría con él.
Las sospechas crecieron cuando el aparato estatal fabricó un montaje (a decir del propio Zambada y la FGR) para tratar de ocultar el asesinato del exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén, enemigo político del mandatario, a la misma hora y en el mismo sitio donde “El Mayo” fue emboscado. Rocha dijo que no estaba en el país aquel 25 de julio, cuando todo ocurrió, pero no ha mostrado evidencia de ello.
El gobernador es un lastre. Está rebasado. Su estado es un polvorín fuera de control. Rocha es una carga, sobre todo, para los sinaloenses.
El Heraldo de México